miércoles, septiembre 03, 2003

¿Y los burros... dónde están los burros?


Por fortuna el calor ha menguado. Las últimas lluvias, que acá en la Suiza italiana no han llegado a los torrentes que a últimas fechas han anegado Las Vegas o la sufrida Ciudad de México, han espantado el calor y las altas temperaturas. La siempre limpia y ordenada isla verde, que se erige como voz discordante en la globalizada y multiétnica Europa para mantenerse como el perfecto territorio neutral dónde el negocio más fructífero es la limpia de capitales, aunque quieran negarlo, comienza a oscurecerse.

Hemos dejado la autopista con sus 80 kph obligatorio para bajar lo índices de ozono (y en dónde la población automotriz debe estar casi al par de los índices poblacionales) y ahora transitamos por algún camino vecinal libres de la medida corsetaria y, a decir de los propios suizos, inútil. En un ataque de pura nostalgia alguien metió el Portishead de Portishead y es la voz casi dolorosa de la Gibbons la que tiñe la noche de azules.

¿Cómo fue que dejaron de hacer música juntos? Aún buscamos explicárnoslo. Pero pronto se acaba el track y la mano veloz del conductor saca el CD para meter otro, así Portishead se queda fuera mientras el reproductor escupe el beat rasposo y oscuro de uno de los tracks del primer disco de Smoke City. El sonido sucio y crudo hace que la noche parezca más negra de lo que en realidad es. En tanto las luces del auto alumbran las líneas blancas que dividen en dos el asfalto.

Estamos en la búsqueda de una fiesta casi vecinal que en realidad es el suceso anual de Coldririo, una pequeña población en algún rincón del valle en dónde se asienta el Ticino, el único cantón italiano que forma parte de la Conferación Helvética, que es el nombre oficial del país que porta como bandera la cruz blanca sobre un fondo rojo.

En tanto nosotros hemos llegado a Groove Armada con un track que se revela bastante más funkie de lo que hasta el momento ha sonado, pero que lentamente regresa por los senderos triphoperos que nos han acompañado durante el viaje. Ha pasado ya por el reproductor Massive Attack con Protection, y Mezanine y aún nos espera Dj Cam, Dj Krush y un par de CD sin nombre ni etiqueta que los identifique, pero que me hacen pensar que lo mismo estarán llenos de voces que rapean, scratchs de viejos discos y atmósferas oscuras y rasposas con un beat energético pero denso, pesado como la neblina que amenaza con venirse abajo pero que nunca llegará a caer de las montañas.

La sagra del asino no se deja encontrar, debemos retomar la carretera y seguir pistas equivocas, viejos carteles que anuncian la fiesta sin poner dirección o posibles fechas, Así los minutos transcurren entre la noche que se pega a las portezuelas y el beat que mueve el auto con un ritmo sincopado pero candensioso. Al final llegamos, después de una vuelta por el condado que nos llevo por dos poblaciones vecinas y la frontera con Italia. La fiesta siempre estuvo frente a nosotros pero nos dimos cuenta con casi una hora de retrazo. Bajamos del auto y la música festiva no se parece en nada a lo que esperaría encontrarme en una de estás celebraciones. El sonido rítmico de unos bongos se deja seducir por una trompeta decididamente caribeña y latinoamericana.

Al llegar al recinto iluminado un escenario nos muestra una imagen por demás bizarra, una pareja (el sin duda cubano, ella decididamente suiza) baila delante de unas 70 u 80 personas que miran y sonríen desde la comodidad de unas sillas. A espaldas de los bailadores una mesa con cuatro individuos sonríen también, entre ellos la embajadora de Cuba en Suiza como más tarde nos enteraremos, sobre la mesa una bandera cubana movida ligeramente por el viento domina la escena. La música se detiene, todos aplauden mientras los bailarines se despiden. Alguien micrófono en mano lo presenta como un cubano avecindado en la región que da clases de baile. Después comienza una larga perorata sobre la historia cubana reciente, desde la revolución hasta nuestros días.

En tanto nosotros nos miramos incrédulos, nadie sonríe, nadie baila, todos están sentados escuchando las palabras que hablan de Fidel Castro y sus "barbudos", de un por demás mítico Che Guevara, de una revolución, al final, fallida, de los esfuerzos de la CIA por derrocarlos y los traspies del Caballo (como le dicen sus amigos en Miami) en los últimos anios

¿Y los burros?, pregunto. ¿Dónde están los burros? Mis acompañantes sólo sonríen más bien embarazados.