viernes, junio 18, 2004

Empecé a escribir cuando alguien me hizo daño y dejé de beber cuando Bukowski murió. Me enamore tres veces, una, dos y tres. Tu eres el número tres. Debo reconocer ante todo que mi insoportable vanidad no me permite mostrarme tal como soy, pero de todas formas dejaré que las palabras fluyan por sí solas y se viertan sobre el papel del modo más inconsciente posible. Confió plenamente en la única parte de mí que me llena, este espectro imaginario al que llamo inspiración; a él le cedo todos mis sueños, como a una amante que, a tientas, intenta reconocerme. ¿He dicho amor? Perdóname...

JO ALEXANDER. Extrañas Criaturas

******

Un cuarto vacío y un colchón a la mitad de ese cuarto con paredes llenas de años que quisieran ser blancas para presumir de su minimalismo japonés, pero el tiempo las ha llenado de polvo e historias y además el piso no es de madera, y los montones de hojas garrapateadas en donde documento mi vida desmienten la idea. No es posible ser minimalista si se tiene una historia completa de la cual hacer gala en situaciones de esas que llaman comprometedoras, como cuando se conoce a alguien y se tiene que hacer platica, y hablar del tiempo y lo cara que está la vida. Pero son tópicos gastados por el uso, Es demasiado fácil, aún para mi y mi persistencia por rendirle culto al lugar común. Así no se puede ser minimalista

martes, junio 15, 2004

Gerardo



Conocí a Gerardo por amigos comunes, los mismos con los que trabajo en este momento sobre un libro basado en un caso de exorcismos, pero esa es otra historia. Gerardo estudiaba Ingeniería Industrial en el Tecnológico del estado y, al igual que muchos de nosotros, tenía intereses artísticos, escribía pues y se juntaba con otro grupo de jóvenes escritores donde él era el más joven de todos en ellos, cuando entre nosotros era más bien de los viejos.
Gerardo terminó de estudiar algo que en realidad nunca le gustó, hasta donde sé lo hacía sólo por darle gusto a la familia y que lo dejaran en Paz. Cuando salió buscó trabajo en su carrera y algo encontró, pero pudo más su gusto por las letras y la mala vida. Dejó el trabajo y se lanzó sin más al Distrito Federal a buscarse la vida. Sus contactos y su buena estrella lo ayudaron a acomodarse en la gran ciudad. Primero llegó a Loquesea.com, durante el boom de los portales latinoamericanos, antes de eso había escrito aquí y allá, desde la revista Eres hasta La Complot (que no son lo mismo pero por poquito), después, creo, consiguió llegar a Interbrand, una firma dedicada a la publicidad que lo contrató como Copy. En esos días recibió primero uno de los premios de la Editorial Vid a un libro de relatos, pocos tiempo después recibiría una beca como "joven creador" por parte del Estado.
Un día, más bien una noche, Gerardo en compañía de Epigmenio, otro joven escritor, salieron a comprar cervezas a la tienda de la esquina, unos cuantos pasos, unos cuantos metros de casa. No pudieron regresar. Un par de policías los detuvo acusándolos de robo de autopartes, un delito que en la ciudad de México no alcanza fianza.
Los dos llegaron ante el ministerio Público, bueno más bien los llegaron y de ahí fueron consignados y encarcelados. Todos esperábamos que salieran pronto, nadie podría pensar que teniendo un trabajo con un sueldo como el suyo se podría pensar que en verdad habían robado un par de espejos retrovisores.
El caso se complicó, se complicó demasiado gracias al deficiente trabajo de los abogados que los asesoraron en los primeros momentos. Tuvieron que pasar casi 4 meses para que Gerardo fuera sentenciado con sentencia absolutoria. Hoy lo ví. Esta bien, muy bien, aunque todavía dice que tiene problemas con el ruido y con los colores, está readaptandose al regreso a casa.
Finalmente se impuso la justicia y le regresaron su libertad... pero y su vida? En el trabajo le han dado largas, está en proceso de replantarse todo y recomenzar de cero, por fortuna la estancia dentro fue menos dura de lo que pudo haber sido, pero insisto, y quien le regresa su vida?