sábado, noviembre 29, 2003

El regreso de Suiza

El avión sobrevolaba ya la ciudad cuando desperté. Tenía hambre, estaba harto de 12 horas de vuelo y aún podía recordar la nieve que me recibió cuando llegué a Suiza. La emoción del mi primer viaje por el viejo continente habían minimizado las molestías de 9 meses antes. Estaba regresando y a pesar del añoro por algunas cosas que había dejado las horas de viaje las sentía en cada uno de mis músculos. Y lo peor, tendría que tomar todavía un par de autobuses para llegar a casa.
Con todo no pude evitar que la piel se erizase, no pude evitar los estremecimientos al mirar desde al aire el mar de gente, autos y casas que me esperaba abajo.
Cuando por fin tocamos tierra dejé que todo el mundo saliera, que se adelantaran. Yo no tenía a nadie esperandome ahí y bien podría llevarme el desembarco en calma. Tomé mis maletas de mano y salí a los pasillos del aeropuerto Benito Juárez, arrastrando los pies y en un estado entre sorprendido-fastadiado-contento-encabronado. Estaba ahi. De regreso en la ciudad de México. Exitado por la idea de unos tacos de lo que fuera y conciente de que no habría más mañanas montañosos con Alessia a mi lado. Seguí arrastrando los pies para salir de ahí.

Continuará

miércoles, noviembre 19, 2003

Continuamos con su blog-novela Mi tio no quiere irse

Cuando el miedillo comenzó a diluirse se fue también diluyendo el olor penetrante de la casa. Los humores que mi tio dejó antes de irse comenzaban a desaparecer. Aunque a veces, cuando regresaba de la calle, la casa olía como al principio, como si mi tio hubiera regresado o como si hubieran abierto algún cajón con ropa suya y el olor se extendiera por toda la casa. Otra veces no, otras veces parecía como si la casa hubiera estado abandonada por años.
Eso de los olores no dejaba de incomodar pero nunca fue algo tan fuerte como lo que sucedería un par de años despues. El tiempo que estuve ahí procuré no mover nada, me llevé sólo algunos discos de la vasta colección de acetatos que fue acumulando con los años y algunos sweteres que tomaba de momento y que despues no regresaba a su lugar. Pero nada más. Pasados algunos meses de vagancia disfrazada de busqueda de trabajo en el DF me ofrecieronun buen puesto en el diario dónde había trabajado antes de irme a Cancún. La oferta era tentadora y al final decidí aceptarla.
Así, tomé mis cosas, otras las dejé en la casa y cambié mi residencia a la ciudad de Puebla por los siguientes dos años. El regreso al DF y a la casa de mi tio fue algo menos planeado que nunca, aunque en el fondo era obvio que tendría que haberlo hecho....

Continuará

PD.- La historia de mi tio se amplía a Viridiana, una prima que también pasó algunos meses en el depto que quedó vació cuando yo me salí de ahí. Detalles divertido y otros no tanto me fueron confiados hace unos días, ya llegaremos a ellos

sábado, noviembre 15, 2003

HAGO un parentesis en la HISTORIA, pero es que está comenzó motivado por las preguntas de Raquel. Bueno, pues despues de muchas pospuestas ayer era la fecha para vernos. Esto es, lo que según yo, pasó....

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Eran 10 para la cinco cuando llegué a la facultad. ¿Y ahora donde diablos esta la entrada? me pregunté al inicio del pasillo, donde la juventud vibrosa, buenpedo y bienpensante a sentado sus reales. Caminé sorteando mogollón de piratas, todos en realidad, que venden desde el último de Silvo hasta lo más nuevo de Radiohead pasando por todas las vanguardias habidas y por haber. ¿Qué habría resultado si en lugar de irme a escabullir en mi escuelita rural hubiera tenido el "privilegio" de pasar por estas aulas bienpensantes, cosmocostumbristas, en donde los viernes son viernes de borrachera con una guitarra en mano para cantar al puro estilo La Lupita Contrabando y traición (¿Será que esa es la versión cool?)?. Ahí también vi el pirataje computacional que nos permite imaginar que estamos inn, en sintonía con el resto del mundo civilizado (cualquier cosa que eso signifique) sin que el bolsillo se desangre más allá de la quincena burocrática.
Quise detenerme a mirar las ofertas de los de las tibias y las calaveras cegehacheras, pero primero lo primero, tenía que encontrar la mentada entrada de tan ilustre edificio. En algún punto de ese pasillo encontré la reja azul, acceso al Olimpo de las letras y los saberes. Hela ahí, supuse, al leer el gran letrero que corona la reja. Decidí seguir caminando hasta llegar al remanso de paz que los jóvenes estudiantes utilizan para solaz y esparcimiento y para diluir y digerir el duro proceso del saber que se desarrolla en el sitio. Faltaba como una hora y en algo tenía que ocupar la mente. Saqué el libro que llevaba para la ocasión (y para no desentonar en el sitio) y me dispuse a repasar lo leído hace algunos años. Y así sin darme cuenta pasaron casi 30 minutos. Regresé entonces al pasillo tomando por asalto por los bucaneros del copyrigth, algo tendría que encontrar. Y si, lo encontré aunque al final tampoco me animé a llevarlo. El homenaje roquero a Sandro de América es una gran curiosidad, pero no sé si servirá para algo más. El tipo, sin parche y sin pata de palo, me ofreció otra rareza (no iba a dejar que el cliente se le escapara) un disco con extraños duetos que si bien era eso, una rareza, no pasaba de ahí. Además en realidad no pensaba en hacerle el gasto, como ya dije, necesitaba que el tiempo se fuera y que las manecillas del reloj dieran las 6.
Regresé y me decidí por dar una ojeada por los pasillos de tan entrañable edificio. Grandes letrados y grandes letras han nacido frecuentando el pasillo que pisaba... o algo así. Busqué algún anuncio que dijera donde o por que tendría que estar ahí y no en otro lado (que se yo, La Condesa, Garibaldi, La Enep Aragon, mi casa en compañía de los amigos de mi tío). Pero no lo encontré.
Te sentirás como en casa (no lo dijo así, pero eso fue lo que dio a entender) hay mucho clones del Fercor, me dijo mi cita cuando acordamos hora y lugar. Nooooooo, grité aterrado a manera de respuesta. No te preocupes, dijo ella, no tienes que olerles las patas. Pero no, no vi a ningún clon del hippie (fercor dixit) con el que compartí depto. y vivienda por varios años. Al menos no en la cafetería, afuera en cambio la cosa era distinta.
Me pedí un café capuchino, de maquina y muy caliente, se acerqué a una mesa y me dispuse a perderme junto con MS en el Central Park. Faltaba media hora o algo parecido y como ahí no la humedad del piso no se traspasaba a mis nalgas pude terminar ese y un capitulo más. Por fortuna llegó Kitty Wu a salvarlo y a salvarme. Pregunté a mi vecina, una pelirroja de coloración llamativa (a lo mejor por eso era lo de los clones del fercor, por que si bien no había, algo en el aire lo recordaba y no era el apeste a patas) la hora, 5 minutos para la seis. Cerré el libro y las manos comenzaron a sudarme. El café, pensé, estaba muy cargado y la cafeína está haciendo estragos.
Me paré recargado en una de las orillas de reja azul y los minutos pasaron y pasaron y volvieron a pasar (sin regresar nunca por el mismo sitio, eso si) y siguieron pasando. 5, 10, 15, 20... en algún momento me pareció ver pasar a Chimal (el novio de Raquel y al que tenía que ir de dejar a la facultad y por el cual habiamos acordado vernos ahí), aunque tampoco podría apostar por ello. Lo conozco solo de fotos en la web y soy mal fisonomista. Si, es él. Me aferré a la posibilidad. No debe tarde en llegar, y los minutos siguieron su cause. Y a los 20 se la agregaron 10 más y otros diez.
Finalmente tomé mi maleta y regresé por el pasillo atestado de tipos sin sombrero de tres picos, pata de palo, mano de garfio o parche en el ojo, pero que hacen gala de su bribonería (o será bondad al acércanos a cosas que de otro modo solo podríamos ver de lejos?). Quise sentirme molesto, pero solo me sentí triste. En realidad tenía ganas de verla....


Pd.- Supongo que el sudor de las manos si era la cafeína, siguieron sudandome el resto de la noche y pude dormir hasta muy tardeeeee...

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La historia del tio se reanudará en el próximo post...

lunes, noviembre 10, 2003

El regreso a casa fue cargado de expectativas, que terminarían por irse al caño como muchas otras cosas, y un poco accidentado. Una escala nada técnica en Tabasco me ayudo a espantarme algunos moscardones de esos que luego llamamos recuerdos y que sirven para empapelar de nostalgia el cajón donde solemos guardarlos. Bueno, el caso es que fuera de esa escala técnica el regreso pasó más de prisa de lo esperado (tomando en cuenta lo difícil que fue la ida).
Y al fin aterricé, y una semana después de la salida estaba ya en las calles de la colonia y con las maletas en mano. Después del recibimiento y en lo que la rutina regresaba a mis manos me pusieron al tanto de lo sucedido. De los secretos a voces que por fin se aceptaban, de lo que para la familia había implicado, del trabajo que les había minado la moral y de como lo vieron morir. Trago amargo que me tocó de lejos y de oídas.
El regreso a la normalidad fue paulatino y me costó algunas semanas, en lo que decidía por donde debía seguir. Así, una vez tomada la decisión solo fue cosa de estirar las piernas para empezar a caminar y llegar al DF, teniendo como primera parada la casa de mi tío. Abrir la reja y tratar de espantar el polvo de los días fue lo primero. Después hubo que acostumbrarse a los olores, a los objetos, a las manías de quien ya no estaba pero no conseguía irse del todo.
Al principio fue caminar a tientas, dando pasos muy muy cortos, después de todo estaba en casa ajena y el miedillo era una molestia constante...

Continuará

jueves, noviembre 06, 2003

Bueno... si nos ponemos rigurosos la verdad es que la historia de mi tio comienza mucho antes. Pero no creo que venga al caso. Además, estoy aprovenchandome de una simple excusa para iniciar a desarrollar la historia del viaje a Cancún, cuando este blog ni existía y ni siquiera imaginaba que algo así podría ser realidad. En fin, el caso es que me saltaré toda la historia de esa aventurilla para entrar de lleno con lo de mi tio. Aclaro esto para quien pueda interesarle.

Recuerdo que estaba en el bar del último hotel dónde trabajé durante mi estancia por las playas del Caribe mexicano, cuando me pasaron una llamada de mi casa. Es tentador desviarse en esta parte y contar sobre el hotel, sobre el grupo de animadore (a) s italianos y las muñequitas que semana a semana llegaban a hospedarse, directas de Italia y con ganas de comerse a México y de paso a los mexicanos. Pero me estaria desviando de nuevo. El caso es que tenía el telefóno en la mano y una sonrisa maliciosa dirigida a una recién llegada que se me congeló en las manos, del otro lado de la línea mi madre lloriqueaba mientras me daba la noticia. Mi tio había muerto. Mi tio, ese que no conocía. El que a últimas fechas comenzaba a llenarnos de regalos y que nunca antes lo había hecho. El que todos veían con disimulo cuando llegaba a las fiestas familiares acompañado de un "nuevo" amigo. El blanco de las burlas infantiles de los primos ylos comentarios con torcedura de boca de los parientes. El que se fue a vivir al DF y venía muy de vez en cuando y casi siempre malhumorado y taciturno. Si. Mi tio se había muerto y su muerte solo confirmó lo que todos sabíamos pero que nadie se atrevía a decir en voz alta. El golpe fue duro pero sin estridencias. Me quede con la bocina en la mano y mientras le decía a mi madre que en realidad no sabía ni que decir ni como actuar comencé a recordarlo. Comencé a hacer memoria y a traer del pasado retazos de viejas imagenes perdidas en el subconciente. Nada demasiado fuerte a lo que asirme.
Colgué mientras trataba de esconder la mueca en que se había convertido la sonrisa. Me pidieron cerveza, tequila, ron y no se cuantas bebidas más. Cerré los ojos y nuevamente traté de recordar...

Continuará

martes, noviembre 04, 2003

Antecedentes

La historia del tio es larga y comienza cuando estaba en Cancún escapando de... de... de... puta madre, ya ni me acuerdo de que madres andaba corriendo. Cuando llegué a la estación de autobuses pensaba solo en irme. No tenía claro para donde, solo era irme. En ese momento mi relación con gente de la frontera norte si no era fuerte por lo menos existía, en cambio mi relación con la frontera sur era inexistente. Eran puros recuerdos de una lejana infancia. Pero me decidií por la frontera sur, supongo que era más facil desaparecer donde nadie te conocer que donde alguno puede decir: si, llegó con sus maletas hace como un mes. Roló un rato por acá hasta que le perdimos la pista. Es decir, al menos había un referente de un lado, mientras que del otro no había nada...

Continuara...

sábado, noviembre 01, 2003

Hace un par de días mi tio me corrió de su casa. Hasta el momento no se si es definitivo o solo fue por el momento. Lo más extraño del asunto es que mi tio lleva como tres años de muerto y su casa como dos de abandonada.