martes, enero 14, 2003

Día -6
Hay momentos en que camino por las calles llenos de aprensión. Las manos sudan, el corazón latiendo a velocidades poco normales. Entonces todo parece tan irreal. La misma ciudad parece cubrirse con una neblina azul y todo se difumina en tenues colores pastel. Tal parece que despedirse es como irse desde antes. Cuando estaba en la prepa Rubí, un compañero de la escuela, se la paso más de tres meses despidiendose, casi como Soda en su gira de despedida. Cuando consiguió irse lo hizo para siempre. Hasta la fecha ha regresado una vez hace más de seis años. Yo me fui a Cancún me fui practicamente sin despedirme. Sólo compre un boleto al fin del mundo (Chetumal) y tomé el autobus sin saber si regresaría o no. Al final sólo estuve allá seis meses exactos. En ese tiempo pasaron varias cosas. Se murió mi tio de una dolorosa enfermedad terminal. Consolidé una gran amistad con Paloma y conocí a Alessia, quien ahora me toma de la mano para llevarme a su país. Me corté el pelo luego de casi 8 años de llevarlo largo y descubrí que no importa lo que seas cuando sales de casa. Los papeles hablan por ti de manera que ninguno otro podría hacerlo. Pero que eso tampoco importa demasiado si sabes como venderte. Yo no supe hacerlo y terminé sirviendo tragos en un hotel italiano cuando estuve a punto de contratarme como editor-webmaster en la Boom y como diseñador en una revistita de la ciudad. Y Así como me fui sin despedirme regresé casi sin avisar.
Estos últimos días que me estado despidiendo de todos me pregunto si no será como con Rubí, que despues de varias despedidas casi todas fallidas se fue para hacer vida en EU. Ahora tiene dos hijos y vive con su novia de la secundaria.

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