miércoles, noviembre 19, 2003

Continuamos con su blog-novela Mi tio no quiere irse

Cuando el miedillo comenzó a diluirse se fue también diluyendo el olor penetrante de la casa. Los humores que mi tio dejó antes de irse comenzaban a desaparecer. Aunque a veces, cuando regresaba de la calle, la casa olía como al principio, como si mi tio hubiera regresado o como si hubieran abierto algún cajón con ropa suya y el olor se extendiera por toda la casa. Otra veces no, otras veces parecía como si la casa hubiera estado abandonada por años.
Eso de los olores no dejaba de incomodar pero nunca fue algo tan fuerte como lo que sucedería un par de años despues. El tiempo que estuve ahí procuré no mover nada, me llevé sólo algunos discos de la vasta colección de acetatos que fue acumulando con los años y algunos sweteres que tomaba de momento y que despues no regresaba a su lugar. Pero nada más. Pasados algunos meses de vagancia disfrazada de busqueda de trabajo en el DF me ofrecieronun buen puesto en el diario dónde había trabajado antes de irme a Cancún. La oferta era tentadora y al final decidí aceptarla.
Así, tomé mis cosas, otras las dejé en la casa y cambié mi residencia a la ciudad de Puebla por los siguientes dos años. El regreso al DF y a la casa de mi tio fue algo menos planeado que nunca, aunque en el fondo era obvio que tendría que haberlo hecho....

Continuará

PD.- La historia de mi tio se amplía a Viridiana, una prima que también pasó algunos meses en el depto que quedó vació cuando yo me salí de ahí. Detalles divertido y otros no tanto me fueron confiados hace unos días, ya llegaremos a ellos

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