sábado, mayo 28, 2005

En la pista de baile

Comiendo algodón en la pista de baile, como quien come palomas de maíz, con el dulce sonido de las muelas al chocar unas con las otras, como el cada vez más extinto sonido de las teclas en una vieja remington. Pero la pista de baile está vacía, olvidada por las hordas de fiesteros que en estos momento dormirán bajo el influjo de sus tafiles, perdidos en la inconciencia de sus propios errores. Lo sabías, y desde el principio no te importó nada. Sólo el insistente golpeteo de tus propias sienes conteniendo el ritmo del corazón. Estoy muerto y casi vivo, pero ese casi nunca va más allá de eso, del casi, del por poquito, del con la bendición de dios, mi dios y el tuyo, que nunca son iguales, ni siquiera presumen de parecido, aunque en el fondo se trate exclusivamente de historias matizadas por ese algodón con el que bailas, tomado de la mano de tus recuerdos en una pista de baile olvidada por el tiempo.

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