viernes, agosto 13, 2004

La llegada a Paris fue triste y cansada, y más aún el arribo al Charles de Gaulle, lo único divertido fue encontrar la comunidad de mexicanos ya bien organizada, con sus provisiones alimentarías cubiertas, sus planes para el descanso y la callada resignación a la espera. ¿Y tú que vas a hacer si no encuentras lugar hoy? Me preguntó alguna de las señoras, que eran las que en su mayoría ocupaban las sillas en esa salita de espera. Me voy para Suiza le respondí, no pensaba dejarme la piel y los días en los pasillos del aeropuerto francés como había hecho hace tan solo un año un compañero del trabajo que esperó cerca de una semana el vuelo de regreso.
Hay quien esperó hasta 19 días me informaron, como diciéndome prepárate que la espera puede ser larga. La señora llegó 20 días antes de mi arribo y solo pudo salir de él el domingo por la mañana cuando yo volaba de Barcelona a Madrid, con otros 18 pasajeros todos con boleto de lista de espera (sujeto a humillaciones como dicen por ahí), justo igual que mi boleto. Al menos en Suiza la espera no sería eso sino un dulce pasar de los días.
Apuntaron mi nombre y el de otras dos chicas que buscaban adelantar su regreso a México, ellas traían boleto para el 20 del mes pero estaban agotadas del viaje y lo único que buscaban era su cama y su casa, para ellas el mito del viaje mochilero a Europa había terminado agotando sus energías y como no si cargaban a sus espaldas (es un decir) cerca de 50 kilos de equipaje cada una. Me tocó el número 11 de la lista que llevaba un tipo que endosaba una camiseta de la UDLA, quien era además el representante y única voz oficial del grupo de espera, que a falta de conocimiento del lenguaje levaba siempre consigo a la traductora del grupo, una tipa como de 27 años con novio español y cerca de una semana de espera en ese lugar. Hace unos días, me confió una de las señoras que más movía la boca y también los pies pues no podía estar quieta en un sólo lugar, nos avisaron que había un sitio, un solo lugar para alguien y sin maletas, no conseguimos ponernos de acuerdo, hubo golpes y jaloneos, me susurro muy cerca del oído, así que se decidió nombrar un sólo representante para todo el grupo, finalizó tomando un tono normal de voz.
Al paso de las horas y al acercarse el momento del aviso oficial de la empresa si habría o no lugares documentamos el equipaje. Ni te hagas ilusiones, me dijeron, esto lo hacemos dos veces al día y no asegura nada.
Después comenzaron los rumores, los suspiros, la gente dejaba de platicar para volver su vista al cielo, hay que rezar decía una, otros le respondían bromeando que Dios ya se había tardado en hacerles caso. Hay poca gente en el mostrador de Mexicana, se comentaba, ayer también había poca y ya vez, conseguimos regresar a algunos. Dicen que es posible que haya lugares comentó alguien más. Había que aferrarse a la posibilidad por pequeña que esta fuera, en mis adentros yo quería que no fuera posible, al menos no para mí así tendría el pretexto en el trabajo para no regresar tan pronto y poder correr a Bellinzona y alargar mi estancia entre los brazos de Alessia.
A las 9 con 30, una hora antes del arribo se acercó uno de los encargados de hacer el check in, ¿están listos? Preguntó y comenzó a platicar con el novio español de nuestra traductora, un doctor que solo esperaba que la chica regresara sana y salva a México para poderse regresar con todo e hija para España. Que dice, le preguntaban ansiosas las señoras del grupo. Dice que hay espacio, que todavía no se confirma pero que si hay espacio, me preguntó además si sabía que hay gente esperando acá que tiene ya veinte días y que no entienden que haga esto cada año la línea aérea mexicana.
El francés regresó a su lugar recibió una llamada, levantó la mirada y sonrió al grupo. Se van nos dijo. Todos pregunté yo, parece que si me respondió alguien. Nos formamos en la fila siguiendo siempre el orden de la lista. Todos recibimos nuestro pase de abordar. Al final me parece que no quedaron lugares libres, si alguien más hubiera estado con nosotros en la lista de espera tal vez aún seguiría en Paris.
Los nombres de la gente que espera no llegué a conocerlos, no tuve tiempo para eso, la convivencia y la historia del grupo no llegó a pertenecerme.

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