jueves, enero 12, 2006
¿Por donde comenzar?
Tal vez deba hacerlo hablando de los árboles desnudos, con sus ramas deshabitadas por completo por que las hojas se le han muerto de frío, sólo para dar contexto, para crear una idea de vacío, de tristeza, de melancolía. O mejor aún tal vez podría comenzar hablando de las tardes que de un momento al otro dan paso a la noche; que duran apenas un instante, no mayor a un suspiro y menor, en “tiempo y forma”, a un tarde cualsiese en un día cualquiera que no sea de invierno en un país casi nórdico mientras de las casas el humo escapa de las chimeneas. Si, casi una postal navideña, o mejor aún, una postal navideña que el viento se encargará de barrer con el paso de los días, mientras en el noticiero de la Siete anuncia que un nuevo frente frío atacará al país.
O tal vez deba comenzar por la comida o mejor por las fiestas que es casi lo mismo por que la una no existe sin la otra...
26/12/05
Horas antes la montaña, cubierta de nieve, el frío pegándose a la ropa, metiéndose en el espacio que ofrece la carne desnuda que hay entre la parte inferior de la pierna y que el calcetín no alcanza a cubrir y el hueco del pantalón. La carretera flanqueada a ratos por la nieve a ratos por el bosque a ratos por pequeñas estalagmitas del agua que gotea de las paredes nos conduce a la casa del tío, del hermano que consiguió emprender un negocio y que ahora le procuró una pensión más que decente y una casa con muchas comodidades. La fiesta, el día de navidad se celebra ahí, en casa delos tíos de Alessia, cubiertos por una de las laderas de la montañas de Camorino.
El menú para indigestarse: primero cómo para abrir garganta un poco de queso Parmesano en barra, cortado en pequeñas porciones, un dip de espinaca -exquisito- y varias botellas de vino, blanco y espumante. Después una vez en la mesa el antipasto: varias tipos diversos de carne y embutidos, entre ellos jamón serrano que acompañado de rebanadas de melón, filetes de salmón crudo para comerse montados en pan de caja tostado y mantequilla y paté casero.
Después la carne. Primero el cerdo en salsa de naranja, un tanto ácido para mi gusto, en el mismo plato carne de res en una salsa de cebolla y como remate una pieza de pato relleno y ensalada. Para el postre helado de yogurt cubierto por zarzamoras o fruto del boque. Todo acompañado por vino rojo, un Merlot de la región, demasiado seco para mi gusto, pero nada despreciable. Para cerrar café y luego un nocino de fabricación casera. El resto de la tarde fue de películas en la televisión y videojuego en familia, los temas a discutir, varios, claro, pero en varios momentos política y temas de interés local. Uno de ellos, el elevado porcentaje de gente que se hace certificar por médico como “incapaz para trabajar” bajo argumentos muy poco convincentes, en realidad para defraudar al estado y disfrutar de las prestaciones sociales de un país donde si bien los impuestos son altos los sueldos y el poder de adquisición también.
La cena, unas cinco horas más tarde por fortuna frugal: sólo un plato de tortelini de pasta de huevo hechos a mano en caldo de pollo y un poco más de las carnes frías de la comida. Más café, más vino, más nocino y chocolates, muchos chocolates. Muchas horas más tarde
sigo digiriendo la comida.
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