domingo, enero 15, 2006
La fiesta de Marco
El auto se come, con cierta velocidad, los kilómetros de asfalto de la carretera estatal que nos lleva a Locarno. Marco cumple años está noche y no quiere que su fiesta que sea como la del año pasado cuando la policía tuvo que llegar a calmar los ánimos de los invitados que llenos de alcohol estuvieron a punto de llevar la sangre al río. Una noche tal vez cómo está con luna llena, grande, enorme que ilumina el camino. La nieve del campo y la montaña reflejan la luz que la luna, en su misión de satélite terreste, refleja del sol, y todo adquiere un tono azul, lo mismo las grandes extensiones de árboles de el río que corre paralelo a la carretera.
Ésta misma carretera vecinal fue la que recorrimos la noche del viernes para ir al Vanilla, la discoteca donde se presentaron The Tarantinos. The Tarantinos tocan los éxitos o más bien las canciones de las bandas sonoras de las películas de, obviamente, Tarantino, en especial Pulp Fiction y Kill Bill.
Marco advirtió desde el inicio, o más bien, desde días antes: Nada de alcohol para el sábado, al menos no mientras estemos en el Paulino’s, un antro en donde, en las noches de verano y en especial aquellas del festival de cine, pone música, un poco lounge (Irma Sound), un poco Jazz, y poco electrónica (a la francesa). O por lo menos así era hace dos años que estuve ahí. Llegamos con media hora de retardo, tal vez menos, pero tratándose de Suiza la cosa puede parecer un tanto escandalosa. En el bar sólo Marco y una pareja de amigos suyos nos esperan. De beber, efectivamente, sólo tragos sin alcohol -aperitivos rojoy blanco, agua mineral y jugo de fruta- ni siquiera cerveza, se mire desde donde se mire una fiesta de cumpleagnos de ese calibre sólo puede parecer reunièon de ex colegas de la doble A o fiesta talibana. Eso sí, a las "a las ocho debemos tomar nuestros culos y moverlos de este lugar", nos dice Marco no bien nos hemos sentado.
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