sábado, noviembre 15, 2003

HAGO un parentesis en la HISTORIA, pero es que está comenzó motivado por las preguntas de Raquel. Bueno, pues despues de muchas pospuestas ayer era la fecha para vernos. Esto es, lo que según yo, pasó....

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Eran 10 para la cinco cuando llegué a la facultad. ¿Y ahora donde diablos esta la entrada? me pregunté al inicio del pasillo, donde la juventud vibrosa, buenpedo y bienpensante a sentado sus reales. Caminé sorteando mogollón de piratas, todos en realidad, que venden desde el último de Silvo hasta lo más nuevo de Radiohead pasando por todas las vanguardias habidas y por haber. ¿Qué habría resultado si en lugar de irme a escabullir en mi escuelita rural hubiera tenido el "privilegio" de pasar por estas aulas bienpensantes, cosmocostumbristas, en donde los viernes son viernes de borrachera con una guitarra en mano para cantar al puro estilo La Lupita Contrabando y traición (¿Será que esa es la versión cool?)?. Ahí también vi el pirataje computacional que nos permite imaginar que estamos inn, en sintonía con el resto del mundo civilizado (cualquier cosa que eso signifique) sin que el bolsillo se desangre más allá de la quincena burocrática.
Quise detenerme a mirar las ofertas de los de las tibias y las calaveras cegehacheras, pero primero lo primero, tenía que encontrar la mentada entrada de tan ilustre edificio. En algún punto de ese pasillo encontré la reja azul, acceso al Olimpo de las letras y los saberes. Hela ahí, supuse, al leer el gran letrero que corona la reja. Decidí seguir caminando hasta llegar al remanso de paz que los jóvenes estudiantes utilizan para solaz y esparcimiento y para diluir y digerir el duro proceso del saber que se desarrolla en el sitio. Faltaba como una hora y en algo tenía que ocupar la mente. Saqué el libro que llevaba para la ocasión (y para no desentonar en el sitio) y me dispuse a repasar lo leído hace algunos años. Y así sin darme cuenta pasaron casi 30 minutos. Regresé entonces al pasillo tomando por asalto por los bucaneros del copyrigth, algo tendría que encontrar. Y si, lo encontré aunque al final tampoco me animé a llevarlo. El homenaje roquero a Sandro de América es una gran curiosidad, pero no sé si servirá para algo más. El tipo, sin parche y sin pata de palo, me ofreció otra rareza (no iba a dejar que el cliente se le escapara) un disco con extraños duetos que si bien era eso, una rareza, no pasaba de ahí. Además en realidad no pensaba en hacerle el gasto, como ya dije, necesitaba que el tiempo se fuera y que las manecillas del reloj dieran las 6.
Regresé y me decidí por dar una ojeada por los pasillos de tan entrañable edificio. Grandes letrados y grandes letras han nacido frecuentando el pasillo que pisaba... o algo así. Busqué algún anuncio que dijera donde o por que tendría que estar ahí y no en otro lado (que se yo, La Condesa, Garibaldi, La Enep Aragon, mi casa en compañía de los amigos de mi tío). Pero no lo encontré.
Te sentirás como en casa (no lo dijo así, pero eso fue lo que dio a entender) hay mucho clones del Fercor, me dijo mi cita cuando acordamos hora y lugar. Nooooooo, grité aterrado a manera de respuesta. No te preocupes, dijo ella, no tienes que olerles las patas. Pero no, no vi a ningún clon del hippie (fercor dixit) con el que compartí depto. y vivienda por varios años. Al menos no en la cafetería, afuera en cambio la cosa era distinta.
Me pedí un café capuchino, de maquina y muy caliente, se acerqué a una mesa y me dispuse a perderme junto con MS en el Central Park. Faltaba media hora o algo parecido y como ahí no la humedad del piso no se traspasaba a mis nalgas pude terminar ese y un capitulo más. Por fortuna llegó Kitty Wu a salvarlo y a salvarme. Pregunté a mi vecina, una pelirroja de coloración llamativa (a lo mejor por eso era lo de los clones del fercor, por que si bien no había, algo en el aire lo recordaba y no era el apeste a patas) la hora, 5 minutos para la seis. Cerré el libro y las manos comenzaron a sudarme. El café, pensé, estaba muy cargado y la cafeína está haciendo estragos.
Me paré recargado en una de las orillas de reja azul y los minutos pasaron y pasaron y volvieron a pasar (sin regresar nunca por el mismo sitio, eso si) y siguieron pasando. 5, 10, 15, 20... en algún momento me pareció ver pasar a Chimal (el novio de Raquel y al que tenía que ir de dejar a la facultad y por el cual habiamos acordado vernos ahí), aunque tampoco podría apostar por ello. Lo conozco solo de fotos en la web y soy mal fisonomista. Si, es él. Me aferré a la posibilidad. No debe tarde en llegar, y los minutos siguieron su cause. Y a los 20 se la agregaron 10 más y otros diez.
Finalmente tomé mi maleta y regresé por el pasillo atestado de tipos sin sombrero de tres picos, pata de palo, mano de garfio o parche en el ojo, pero que hacen gala de su bribonería (o será bondad al acércanos a cosas que de otro modo solo podríamos ver de lejos?). Quise sentirme molesto, pero solo me sentí triste. En realidad tenía ganas de verla....


Pd.- Supongo que el sudor de las manos si era la cafeína, siguieron sudandome el resto de la noche y pude dormir hasta muy tardeeeee...

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La historia del tio se reanudará en el próximo post...

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