De paseo por una Habana triste
Ernesto Aroche Aguilar / La Habana
Desembarcado en el Aeropuerto Internacional de La Habana José Martí, luego de más de horas de expectación en un avión de Mexicana, la primera mirada a la Cuba post-Fidel, pero aún no post Castro, es de una ciudad triste que languidece bajo la lluvia pertinaz que nos recibe.
Es tan sólo una primera mirada a la capital de la pequeña isla que por más de 50 años ha resistido los embates estadunidenses en su patio trasero. Una sociedad de cuño socialista que se mueven entre los linderos de la economía de mercado aferrada a su compromiso social que parece comenzar a hacer agua cuando se observa a la nueva generación de jóvenes habaneros que caminan por las calles luciendo orgullosos sus playeras firmadas Dolce & Gabbana, Armani –en sus múltiples versiones piratas—, sus tenis Nike y una estela más artículos de diseñador occidental.
Esa primera mirada, tamizada por más algunas decenas de años de capitalismo y mercado a cuestas, lo que muestra es una ciudad triste, a pesar del bullicio de gran capital la ciudad parece estar triste, llueve un poco a ratos, la gente hace filas interminables por todos lados, algunos buscan colgarse del turista para remediar las carencias económicas que les han dejado no 50 años de socialismo, sino 50 años de Fidel.
Y al menos en esa primera mirada, que si bien es cierto, puede ser prejuiciada pero también puede ser fresca en tanto es eso, la primera ojeada, la constante es sólo una: rascarle al extranjero algunos Pesos Cubanos Convertibles (CUC), la moneda oficial que ha desplazado a los pesos cubanos a secas, y que fueron inventados para sacar de circulación los dólares que habían empezado a invadir el mercado cubano.
Un cubano, reportero también, me explica que los CUCs comenzando a circular en la Isla 4 años antes –en noviembre de 2004, para mayor precisión--, cuando salió de circulación el dólar “pues los Estados Unidos prohibieron a Cuba hacer transacciones con su moneda”.
A partir de ese momento la paridad se fijó no uno a uno, como podría pensarse, sino .80 a 1, es decir 80 centavos de CUC por cada dólar, pues se le aplicó un gravamen del 20 por ciento a la monera estadunidense, me explica el reportero. Pero lo cierto es que el gravamen se aplica a todas las monedas, le reviro, pues la paridad con el peso mexicano está a 15.50 pesos y no a 13.50 en que se mantenía cuando salí de México.
El guantanamero como lo llaman sus compañeros en La Habana solo alza los hombros y regresa sobre sus libreta de apuntes
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Aunque puede ser que no, que no sea que la ciudad esté triste, y sea sólo el abandono y la ausencia. El abandono de los edificios públicos y los autos de los años cincuenta que todavía circulan que ofrecen una postal que parece antigua pero es tan actual. Fidel se está muriendo, pero parece que Cuba también. Y en esa muerte los isleños parece que sólo dejan seguir las horas sin buscar una solución que no sea irse, al menos los isleños menos ideologizados que dejaron de creer en el sistema económico, muchos de ellos hijos del “periodo especial”, eufemismo con que los cubanos llaman a la crisis en que se sumió a la isla después de la caída del Unión Soviética y los países de la cortina de hierro.