El cuerpo como última frontera
(sobre la serie Nip/Tuc)
La serie muestra estos trances con fría parsimonia, como cualquier otra escena de la acción, aunque con una música de fondo que la convierte en videoclip, casi en pieza artística. Hace unos años quizá esas imágenes hubiesen resultado inconvenientes, contraproducentes en una ficción televisiva. Pero hoy se revelan centrales porque hablan del protagonismo contemporáneo del cuerpo, del cuerpo como escenario, como foro, como campo de batalla, como tarjeta de visita, como objeto codiciado, como valor de cambio. Cuando hemos ya conquistado todos los continentes, océanos, junglas y picos, cuando nos hemos ya asegurado la supervivencia y la longevidad, se nos aparece el cuerpo como espacio último de conquista, dada esa pertinaz manía suya de oxidarse y arrugarse, de envejecer y marchitarse, el muy traidor. Nuestro lábil cuerpo como enemigo al que aprisionar y someter: esta guerra empezó hace años en algunos cuerpos, y hoy se expande por todo el planeta. En occidente es ya pandemia. Por eso Nip/Tuck es una serie lúcida y pionera: su atmósfera glacial nos habla de la vida como quirófano, de la obsesiva pulsión humana de huir de la naturaleza. Nip/Tuck ofrece un retrato cabal de este mono aberrante que somos, que corona el culto al cuerpo con el odio al cuerpo, maldito cuerpo que nos desaira, que no está la altura de nuestros delirios de Apolos y Venus, de nuestras locas fantasías de ser dioses.
¿Será?
Tomado del diario La Vanguardia
martes, julio 19, 2005
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